Durante los últimos quince días hemos podido vivir una situación de gran tensión en nuestro país debida a la desaparición de un niño del sur de España. Todos los medios de comunicación han puesto el foco de atención  en esta trágica noticia. Hemos podido ver como miles de personas intentaban ayudar de la forma en que podían, bien físicamente o a través de las redes con mensajes de ánimo y esperanza al principio, mostrando una gran empatía hacia los padres de la víctima, unidos más que nunca, en este duro momento . El horrible desenlace ha dado lugar a emociones más destructivas que también se han hecho sentir de manera colectiva, la ira, el odio, la frustración… Aquí la madre de la víctima ha sabido darnos una lección de manera pública de cómo la ira y el odio no van a poder cambiar la situación sufrida, y cómo las muestras de apoyo, acompañamiento y el recuerdo de su hijo, van a ser más sanadoras, y les va a ayudar a superar esta situación tan dolorosa para poder empezar su nueva vida sin su hijo. La gratitud por todos los gestos recibidos ha sido siempre un atenuante del inevitable dolor sentido.

 

 

 

 

Imagen:  Press Digital

 

Todo ello me ha hecho reflexionar sobre las emociones colectivas, os presento un breve resumen sobre ellas.

Las relaciones que tenemos con los demás son una fuente muy importante de emociones, cuando nos sentimos parte de un grupo, lo que le ocurre a ese grupo forma parte de nuestro autoconcepto y nos afecta personalmente, como en el suceso ocurrido.

Las emociones vinculadas al grupo dependen de la pertenencia del individuo a un grupo social determinado  y que ocurren en respuesta a eventos que se perciben como relevantes para el grupo en su conjunto.

Las emociones colectivas más relevantes son:

  • La culpa es una emoción autoconsciente que pone el foco de interés en el comportamiento del grupo, es una experiencia subjetiva desagradable, puede tener consecuencias positivas (reparación del daño, pedir disculpas) y es considerada una emoción prosocial.
  • El miedo es una emoción aversiva, negativa e intensa, surge cuando percibimos peligro o amenaza a nuestro bienestar, para el de nuestros allegados o para nuestro grupo o sociedad. Tiene una función adaptativa que nos protege frente a peligros, se desencadena muy rápido.
  • La vergüenza es una emoción también autoconsciente, el foco de atención está en uno mismo o en el comportamiento, muy ligada a la reputación, y se siente más cuando hay una potencial exposición pública.
  • El odio es el fenómeno afectivo más destructivo en la historia de la humanidad, sus consecuencias son extremadamente violentas, es una reacción extrema y resistente de rechazo hacia otro grupo.
  • La ira se dispara ante actos de injusticia y puede llevar a la violencia, emerge en situaciones de pérdida, daño o limitación de nuestros intereses y derechos. Nos lleva a actuar y puede ser peligrosa.
  • El orgullo es una emoción subjetivamente positiva y reforzante, surge cuando nos consideramos responsables de un logro legítimo.

Y quiero acabar con la emoción del ORGULLO que muchos hemos sentido por esta madre destrozada ante la pérdida de su «pescaíto», y como su actitud nos ha sorprendido y enriquecido. Gracias Patricia!

 

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